El exdirector general estaba cerca del técnico del Nápoles, luego blindado por De Laurentiis, y luego del que ahora está en la Roma, que sin embargo declinó porque no sentía a Comolli convencido. Ahora los dos son primeros y el proyecto Tudor ha fracasado

Se dice que la noche trae consejo y en la Juventus debe haber sido así. Alrededor del mediodía, cuando estaba previsto el entrenamiento, se comunicó el despido de Igor Tudor. La paradoja es que la noticia de la despedida llegó precisamente el día en que el Nápoles y la Roma disfrutan del liderato en la clasificación. Y al mando de los dos líderes están Antonio Conte y Gian Piero Gasperini, los dos técnicos que el club había pensado traer a Turín antes de optar por confirmar al exdefensa croata.

Recuerdos y remordimientos, inevitables, que se entrelazan y dan paso al clásico «Quién sabe qué habría pasado si…». Con los «si» y los «pero» no se llega a ninguna parte, pero no hay duda de que queda un poco de amargura. Sobre todo viendo cómo van las cosas para el plan A y el plan B de la Signora, porque eso eran Conte y Gasp antes del cambio en la dirección. Rebobinemos la cinta hasta la primavera, cuando Thiago Motta ya estaba tambaleante, pero aún en su puesto. Fue en ese momento cuando Cristiano Giuntoli, entonces director técnico de la Juventus, se puso en contacto por primera vez con Antonio Conte, en plena carrera por el scudetto con el Nápoles. El primer contacto fue positivo, ayudado también por el historial de Conte y el impulso de Giorgio Chiellini, aunque Giuntoli pronto comprendió que no había margen para llegar a un acuerdo, porque la última palabra la tendría el presidente Aurelio De Laurentiis, que difícilmente dejaría marchar al técnico que les estaba llevando al tricolor.

INTENTO DE GASP—  Por eso, Giuntoli se había precavido con Gasperini, que ya había comunicado al Atalanta su deseo de marcharse, pero que en ese momento aún no había dado el sí a la Roma. Gasp, turinés de pura cepa y también con un pasado en el Juventus (entrenó a los juveniles), habría aceptado de buen grado ante un buen proyecto, pero todo volvió a ponerse en tela de juicio en mayo, cuando Giuntoli fue despedido y en su lugar llegó el plenipotencioso Damien Comolli. Mientras tanto, la Juventus había contratado a Tudor a tiempo parcial, con un contrato ad hoc que permitía al club liberarse pagando una penalización incluso en caso de clasificarse para la Liga de Campeones, quien a su vez, cansado de los continuos rumores sobre su sucesor, había amenazado con dimitir. Fue Giuntoli quien le convenció para que se quedara, quizás el último acto de su gestión.
NUEVO CURSO COMOLLI—  Con la llegada de Comolli, las estrategias han cambiado. Una vez desvanecido definitivamente el sueño de Conte (blindado, como era de esperar, por De Laurentiis), el nuevo director general, que en unos días será nombrado consejero delegado, se encontró con la necesidad de resolver inmediatamente el nudo del entrenador. Se puso en contacto con Gasperini (apoyado por Chiellini), pero sin demasiada convicción y, sobre todo, cuando el exentrenador del Atalanta ya estaba muy avanzado con la Roma. Gasp notó frialdad al otro lado del teléfono y declinó amablemente la oferta, casándose con los giallorossi, que ahora lo disfrutan. Al igual que el Nápoles disfruta del segundo año de Conte y sueña con repetir el sensacional doblete. La Juventus, por su parte, decidió seguir adelante con Tudor, renovándole el contrato hasta 2027, pero tras unos meses ya ha cambiado de opinión y ahora navega a la deriva, octava con 12 puntos y a seis del líder, a la espera de nombrar un nuevo entrenador solo 7 meses después del despido de Thiago Motta.

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